- Te digo que sí!
- No no puede ser
- Sí, te lo dije!
- Imposible, me niego a creerlo
- Es verdad, era inevitable
- Es una locura!
- No, no puede ser!
- A que sí!
- Te digo que no!
Se miraron callados por un espacio de tiempo parecido a la eternidad, el Gato Tuerto, la Culebra de piel de Seda, el Lagarto que anidaba en la glicina del fondo y el Cuervo de finas plumas Nacaradas. Cuando el silencio se hizo más pesado que el hacha de un verdugo, el ave negra comenzó a empujar con su pico la puerta que sellaba el refugio. Uno a otro le ayudaron los demás. Les costó abrirla, era como si todas las culpas del mundo la apretaran del otro lado. Tras el esfuerzo y un tiempo que pareció inconmensurablemente largo, lograron salir fuera del viejo árbol que oficiaba de nidada. Al principio la niebla púrpura cubría todo el amplio bosque. Finalmente cuando las oblicuas pupilas dilatadas acostumbraron a la oscuridad, vieron asombrados lo que había: nada, nada…nada!
No hay comentarios:
Publicar un comentario